Un ejemplo de tratamiento holístico sería combinar terapia cognitivo-conductual con técnicas de mindfulness y ajustes en la dieta del paciente. En este enfoque, el terapeuta podría trabajar en los pensamientos y emociones del individuo mientras se promueve una mayor conciencia del presente y un estilo de vida saludable. Al mismo tiempo, se podría incorporar la práctica de yoga o meditación para ayudar al paciente a gestionar el estrés físico y emocional. Este tratamiento tiene como objetivo la mejora global en lugar de sólo centrarse en un aspecto del problema.