El Alzheimer y el Parkinson son dos enfermedades neurodegenerativas que afectan principalmente a las personas mayores. A pesar de tener algunas similitudes en cuanto a los síntomas y los grupos de edad afectados, estas dos enfermedades tienen causas, síntomas y tratamientos diferentes. Conocer cuál es la diferencia entre Alzheimer y Parkinson es clave para cualquier interesado en desarrollar una trayectoria de éxito en el ámbito de la neuropsicología.

¿Qué relación tiene el Parkinson con el Alzheimer?

Alzheimer y Parkinson son dos enfermedades que afectan el cerebro, pero lo hacen de maneras distintas. Aun así, ambas comparten algunas características comunes que pueden generar confusión en su identificación y tratamiento. Estas son las semejanzas entre Parkinson y Alzheimer.

Ambas son enfermedades neurodegenerativas

Tanto el Parkinson como el Alzheimer son enfermedades neurodegenerativas, lo que significa que implican la degeneración progresiva de las células nerviosas del cerebro. Esta degeneración lleva a una disminución de las funciones motoras, cognitivas y, en algunos casos, emocionales. Esta característica común es una de las razones por las que se suelen mencionar juntas.

Edad de inicio semejante

Ambas enfermedades afectan, por lo general, a personas mayores de 60 años. Aunque pueden ocurrir en personas más jóvenes, la probabilidad de desarrollar Parkinson o Alzheimer aumenta significativamente con la edad. Este hecho subraya la importancia de la edad como un factor de riesgo clave para ambas condiciones.

Factores de riesgo comunes

Existen factores de riesgo comunes en ambas enfermedades:

  • Edad avanzada.
  • Genética.
  • Factores ambientales.
  • Traumatismos craneales.

Por ejemplo, tener un familiar cercano con alguna de estas enfermedades aumenta el riesgo de desarrollarlas. Además, la exposición a toxinas ambientales y el historial de traumatismos craneales también pueden ser factores contribuyentes.

Depósito de proteínas anormales

Ambas enfermedades están asociadas con el depósito de proteínas anormales en el cerebro. En el Alzheimer, se acumulan placas de beta-amiloide y ovillos de proteína tau. En el Parkinson, se observan cuerpos de Lewy, que con acumulaciones de una proteína llamada alfa-sinucleína. Aunque las proteínas y las estructuras cerebrales afectadas son diferentes, el mecanismo de depósito de proteínas anormales es una similitud importante.

Síntomas iniciales parecidos

Algunas veces, los síntomas iniciales pueden presentar similitudes. Por ejemplo, los problemas con la memoria y el pensamiento son comunes en las primeras etapas de Alzheimer y Parkinson, en algunos casos. Asimismo, los cambios en el estado de ánimo, la depresión y la ansiedad son síntomas que pueden aparecer en ambas enfermedades, lo que puede complicar el diagnóstico temprano.

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Diferencias entre Alzheimer y Parkinson

Aunque hay algunas similitudes, la clave radica en conocer cuáles son las diferencias entre Alzheimer y Parkinson. Estas son significativas y cruciales para un diagnóstico adecuado.

Área del cerebro afectada

El Alzheimer afecta principalmente la corteza cerebral y el hipocampo, áreas del cerebro responsables de la memoria, el pensamiento y el lenguaje. A medida que la enfermedad progresa, las neuronas en estas áreas mueren, lo que lleva a una pérdida de memoria y habilidades cognitivas.

El Parkinson, por otro lado, afecta principalmente la sustancia negra, una parte del cerebro que crucial para el control del movimiento. La degeneración de las neuronas en esta área lleva a la disminución de la dopamina, un neurotransmisor esencial para la coordinación y el movimiento.

Síntomas primarios

Aunque algunos síntomas iniciales puedan ser semejantes, pasada esta etapa empiezan a mostrarse de maneras muy diferentes. En el caso del Alzheimer, son de naturaleza cognitiva. Los pacientes suelen experimentar pérdida de memoria, confusión, desorientación y problemas con el pensamiento abstracto. Estos síntomas empeoran progresivamente, llevando eventualmente a una incapacidad para realizar las tareas diarias y al deterioro cognitivo severo de las funciones cognitivas.

En el Parkinson, los síntomas primarios son motores. Estos incluyen temblores, rigidez muscular, bradicinesia (lentitud de movimiento) e inestabilidad postural. A medida que la enfermedad progresa, los pacientes pueden desarrollar problemas con el equilibrio y la coordinación, haciendo que actividades simples como caminar se vuelvan difíciles.

Evolución de la enfermedad

El Alzheimer suele avanzar de manera más continuada y progresiva. Los pacientes generalmente pasan por etapas claras, desde una pérdida leve de memoria hasta un deterioro cognitivo severo y, finalmente, una pérdida casi total de las capacidades cognitivas y funcionales.

El Parkinson puede tener una progresión más variable. Algunos pacientes experimentan una progresión lenta de los síntomas, mientras que otros pueden tener un deterioro más rápido. Además, puede incluir síntomas no motores como trastornos del sueño, problemas gastrointestinales y alteraciones del estado de ánimo.

Diagnóstico

El diagnóstico del Alzheimer generalmente se basa en la evaluación de los síntomas cognitivos, junto con pruebas neuropsicológicas y, en algunos casos, estudios de imagen cerebral como la resonancia magnética (RM) o la tomografía por emisión de positrones (PET). Las pruebas genéticas pueden ser útiles en algunos casos, especialmente si hay una historia familiar de la enfermedad.

El diagnóstico del Parkinson se basa principalmente en la evaluación de los síntomas motores y la respuesta a la medicación dopaminérgica. Las pruebas de imagen cerebral pueden ayudar a descartar otras condiciones, pero no son tan definitivas para el Parkinson como para el Alzheimer. La presencia de cuerpos de Lewy en una biopsia post-mortem es la confirmación definitiva del diagnóstico.

Tratamiento

Para el Alzheimer, los tratamientos suelen centrarse en medicamentos para mejorar los síntomas cognitivos, como los inhibidores de la colinesterasa y la memantina. Además, las terapias cognitivas y de comportamiento pueden ser útiles para manejar los síntomas y mantener la funcionalidad durante el mayor tiempo posible.

En el caso del Parkinson, los tratamientos se centran en la gestión de los síntomas motores. Los medicamentos dopaminérgicos, como la levodopa, son el pilar del tratamiento, a menudo en combinación con otros medicamentos que mejoran su eficacia o reducen los efectos secundarios.

Impacto en la vida diaria

En el caso del Alzheimer, la pérdida de memoria y las habilidades cognitivas pueden llevar a una dependencia total de los cudiadores para las actividades diarias. Los pacientes pueden olvidar eventos recientes, no reconocer a sus seres queridos y perder la capacidad de tomar decisiones.

En el Parkinson, la incapacidad de moverse libremente y realizar tareas motoras puede llevar a una significativa dependencia física. Los pacientes pueden tener dificultades para caminar, vestirse, comer y realizar otras actividades básicas sin ayuda. La rigidez y los temblores pueden hacer que incluso las tareas más simples sean un desafío.

Expectativa de vida

Los pacientes de Alzheimer suelen tener una expectativa de vida de 8 a 10 años tras el diagnóstico, mientras que los de Parkinson tienen una expectativa más cercana a la normalidad, pero la calidad de vida puede verse severamente afectada. Las complicaciones del Parkinson, como las caídas y las infecciones, pueden reducir la expectativa de vida si no se manejan adecuadamente.

Investigación y avances

Los investigadores centrados en el Alzheimer exploran tratamientos que puedan reducir la acumulación de placas de beta-amiloide y ovillos de tau, así como terapias que puedan proteger las neuronas y promover su regeneración.

Por otro lado, las investigaciones en torno al Parkinson buscan desarrollar nuevas terapias que puedan aumentar los niveles de dopamina o proteger las neuronas de la sustancia negra. Además, las terapias génicas y los tratamientos con células madre están siendo investigados como posibles soluciones para detener el daño neuronal.

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