La gestión de las emociones previene la aparición de la ansiedad y la depresión. Gracias a las técnicas de control emocional es posible identificar cada una de las emociones, reconocerlas y ajustarlas para mantener la estabilidad mental. Hoy te ofrecemos 10 consejos para trabajarla, ¡toma nota!
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Índice de contenidos
Cómo trabajar la gestión de las emociones
Trabajar la gestión de las emociones es de suma importancia para nuestro bienestar emocional. Gracias a este trabajo podemos mantener relaciones interpersonales saludables, tomar decisiones de manera informada, reducir el estrés y alcanzar el éxito personal y, muchas veces, profesional. Por ello, aprender las técnicas de gestión emocional puede marcar la diferencia.
Conoce las emociones
Reconocer las emociones es el primer paso para aprender a gestionarlas. Presta atención a cómo te sientes en diferentes momentos para poder abordar cada uno de los sentimientos adecuadamente. Una de las técnicas que pueden ayudarte es practicar la atención plena: 5 minutos al día son suficientes.
Autorreflexión
Pregúntate por qué tienes ciertos sentimientos en ocasiones concretas, cuáles son las causas subyacentes. Este proceso te ayudará a comprender mejor cuáles son tus reacciones emocionales y podrás conocerte mejor. Una técnica para ello es mantener un diario de emociones y escribir cómo te has sentido a lo largo del día. ¡Importante! Toma notas con papel y bolígrafo; numerosos estudios demuestran que escribir a mano permite conectar más a nivel emocional con el texto.
Aceptación
No te avergüences de tus sentimientos. Acéptate tal y como eres, sin juzgar si tus emociones son buenas o malas. Todas ellas tienen un propósito y pueden proporcionar información valiosa sobre tus necesidades y deseos.
Muchas veces evitamos sentir ira, por ejemplo, por miedo a que eso dañe nuestra relación con los demás. Recuerda: una emoción por sí misma no puede hacer daño, lo que hace daño son las acciones. Y estas sí podemos controlarlas.
Mindfulness
La atención plena contribuye a mantener la calma cuando estamos ante situaciones de una gran intensidad emocional. Permite enfocarse en el presente y evitar que nos abrumen las emociones negativas.
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Obsérvate
El ejercicio de observarse ante el espejo consiste en plantarnos ante nuestro reflejo cuando detectamos que nos aborda una emoción negativa. Debemos mirarnos y sonreir, aunque no tengamos ganas, y veremos cómo se liberan endorfinas que harán que nos sintamos mejor y contribuyan a calmarnos. Gracias a este proceso, recuperaremos la calma y podremos ver la situación desde otra perspectiva.
Pensamientos positivos
Cuando aparecen emociones y pensamientos negativos es muy fácil terminar obsesionándonos con ellos. Sin embargo, eso no contribuye al bienestar, quita tiempo y roba energía. Lo más indicado es detectarlas, analizarlas y dejarlas pasar sin recrearnos en ellas ni darles demasiadas vueltas. En su lugar, es preferible centrar nuestra atención en las emociones positivas y aquellas que nos hacen felices.
Voluntad
Mantener una actitud positiva y comprometernos con las metas es lo que hace que consigamos gestionar mejor las emociones. Si nos compadecemos de nosotros mismos, nos juzgamos injustamente y utilizamos la culpa como excusa, nunca vamos a mejorar.
Escucha activa
Si queremos entender mejor las emociones de los demás debemos practicar la escucha activa. Esta va mucho más allá de simplemente oír, sino que tenemos que comprender lo que nos cuentan, entender cuáles son sus sentimientos y empatizar con ellos.
Liberación del estrés
Algunas de las técnicas de liberación del estrés más conocidas son la meditación, el yoga o simplemente practicar ejercicio de forma regular; cada uno tiene sus propias técnicas y hobbies que le ayudan a desconectar y liberar energía. Además, permiten reducir la intensidad de las emociones y mantener el equilibrio emocional.
Apoyo profesional
Finalmente, cuando las emociones se desbordan y no hay manera de controlarlas, lo mejor es buscar apoyo profesional. En este punto es cuando se suele tomar la decisión de acudir a un psicólogo o a una psicóloga, puesto que pueden ofrecer una mayor estabilidad, pautas para manejar las emociones y ejercicios de autoconocimiento para obtener herramientas de gestión de emociones más efectivas.
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